
DETRAS DE CADA PERSONA EN CONDICION DE CALLE, HAY UNA HISTORIA DE LUCHAS, PERDIDAS Y UN ETCETERA DE MATICES QUE NO SON VISIBLES PARA LAS PERSONAS QUE VEN A UNA PERSONA EN CONDICION DE CALLE, SIN SU TRANSFONDO.
SI NECESITAS AYUDA NO DUDES EN LLAMARNOS!!
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!!LA RELIGION PURA Y SIN MANCHA DELANTE DE DIOS ES VISITAR A LAS VIUDAS Y HUERFANOS Y GUARDARSE SIN MANCHA DEL MUNDO!!
Es un programa de Apadrinamiento de Niños que lleva funcionando desde el año 1982. En nuestros comienzos, con programas de actuación a la infancia, nos dimos cuenta que lo primero que necesitaban los niños era pan, podíamos darles todo nuestro cariño pero no lo recibirían si antes no llenábamos sus desnutridos estómagos y para eso hacían falta muchos recursos.
Por lo tanto nuestra respuesta inmediata fue enviar juntamente con obreros toda la ayuda material que pudimos, enviando alimentos, ropa y materiales a los diferentes países. Un día consideramos que también otros podrían ser partícipes de compartir sus medios con los más necesitados, y así nació P.A.N. (Programa de Apadrinamiento de Niños).
Las personas voluntarias de REMAR provienen de diferentes ámbitos y tienen historias personales distintas, pero todos ellos comparten un mismo compromiso para mejorar las vidas de muchas personas en todo el mundo.
En cualquier caso, la relación de estas personalidades con REMAR se produce tras haber demostrado en la práctica dicho compromiso.
Nuestra visión, cuyo fundamento es el Evangelio Cristiano, es que cada persona, hombre y mujer, en virtud de su dignidad e igualdad fundamental sea capaz de ser, por sí mismo, agente responsable de su mejora material, progreso moral y de su desarrollo espiritual, y goce de una vida digna.
Clínica Dr. Solón Nuñez Frutos, 110, Hatillo Centro, San José, Costa Rica
Abre hoy | 07:00 a.m. – 06:00 p.m. |
Sientete libre de llegar a cualquiera de estas horas.
Muchas veces pensamos que las cosas son gratis, que no cuestan nada. Y sí, la Palabra dice: “Venid y comprad sin dinero”, pero no dice que sea gratis. Hay un precio, un coste espiritual. Queremos las bendiciones del Señor, pero queremos seguir siendo los mismos. Sin embargo, el Señor quiere obrar en nosotros, quiere crecer Él en nosotros y que nosotros mengüemos. Eso significa que crezca el conocimiento de Él, que crezca Su carácter en nosotros, y para eso es necesario dejar muchas cosas atrás.
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
(Mateo 7:13-14)
El Señor es la puerta, pero es estrecha, porque quiere que dejemos atrás muchas cosas. Llegamos a Él con muchas maletas, bolsas, añadidos, pesos emocionales, espirituales, carnales, que no nos dejan caminar con libertad. Nos cansan, nos agotan, y Dios quiere liberarnos. El joven rico se fue triste y llorando porque no quiso entrar por la puerta estrecha. No quiso soltar su riqueza, su confianza, sus seguridades.
Muchos no saben qué camino escoger, tienen dudas, están confundidos… pero sólo hay un Camino de Vida, que es Jesús. Hay, en cambio, muchos caminos de muerte. Ahí está la puerta marcada, la estrecha. Muchos caerán a derecha o izquierda, pero tú, si estás en ese camino, no caerás. No es un camino marcado ni señalado por el mundo, pero Dios te lleva por él, con pies como de ciervas, finos, firmes y ligeros.
El pecado nos bloquea la entrada a esa puerta, y necesitamos que el Señor nos limpie, que obre en nosotros, y que lo busquemos de corazón para que nos ayude a dejar ese bagaje pesado que llevamos y así podamos entrar. Jesús pagó el mayor coste para que podamos entrar por esa Puerta. Por eso debemos hacernos tesoros en los cielos, porque nada natural, nada de esta tierra, nos podremos llevar allá.
El Señor está esperando con los brazos abiertos a que vayamos a Él, a que demos ese paso, contando con Su gracia y Su favor.
“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.”
(1 Corintios 9:25)
Abstenerse, negarse a muchas cosas, es necesario para correr esa carrera, y no de cualquier manera. Si queremos ser discípulos de Cristo, debemos abstenernos de todas las cosas de este mundo.
“Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”
(1 Corintios 9:26-27)
Que el Señor nos dé Su gracia para terminar esa carrera en santidad. Hemos sido llamados a libertad, a desatarnos, pero… ¿realmente queremos ser libres? Para ello debemos cumplir Su Palabra.
“Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.”
(Jeremías 15:19)
Entresacar lo precioso de lo vil… dentro de nosotros a veces hay dos fuentes. A veces de nuestro corazón salen cosas buenas y otras veces cosas malas. Es como si tuviéramos dos compuertas. El que oculta su pecado no prospera. El que no muere a su pecado no avanza, sigue atado.
Hay personas con dos redes, dos caras: la cristiana, la espiritual... y la carnal, mundana. No se puede nadar y guardar la ropa, no se puede seguir a Jesús a medias. Hay que zambullirse por completo en el río del Señor. Dios no quiere hijos bastardos, sino hijos verdaderos, hijos que dan pasos de fe.
Sacar lo vil, lo feo, lo oscuro de nosotros, para que sea limpiado y podamos ser como Su boca. Entonces, ellos se convertirán a ti, y tú no te convertirás a ellos. No debemos adaptarnos al mundo, ni copiar sus caminos. El mundo no tiene nada positivo que ofrecernos espiritualmente. Vivimos en este mundo, sí, pero no somos de este mundo.
Todo tiene un coste.
Para venir a la iglesia tenemos que dejar de hacer otra cosa. Para seguir a Jesús hay que dejarlo todo. Pero la recompensa es tremenda.
“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”
(Juan 12:24)
Hoy el Señor está echando Su semilla en los corazones. Pero hay corazones duros, porque han pasado muchos carros por encima; están endurecidos. Otros están llenos de espinos. Y entonces, nos olvidamos rápido de la Palabra.
Dios quiere que guardemos nuestro corazón, pero sin embargo… todo entra. Todo lo permitimos. Todo vale. Vivimos en una iglesia progresista, muchas veces llena de espinos, de malas hierbas que ahogan la semilla. No guardamos nuestro corazón ni el de nuestros hijos de las malas influencias.
Pero cuando la tierra está sedienta del Señor, esa semilla cae y da fruto en abundancia. Por eso, preparemos la tierra, guardémonos en estos tiempos. No sigamos las modas de este mundo.
El fruto es la obra de Dios en nosotros. Es Su respaldo, Su recompensa a nuestra labor. A cuidar la tierra, a preparar el corazón.
Señor, gracias por tu Palabra que corta hasta partir el alma, que rompe todo razonamiento humano, toda dureza del corazón, y que penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Queremos entrar por la puerta estrecha. Hemos visto tu cobertura, tu amor, tu fidelidad… no queremos apartarnos de ti.
Queremos enterrar las cosas terrenales. Ayúdanos, Señor, a saber escoger tu camino. Ayúdanos a romper la tibieza, a no andar por dos caminos, a morir a las pasiones, al pecado. Danos las fuerzas, porque hay mucho que sacar de nuestro interior. No queremos resistirnos a tu obra, sino permitir que transformes todo lo que hay dentro de nosotros.
Derrama tu misericordia sobre nuestras vidas. Trae convicción de pecado, para que haya un quebranto real, profundo, que nos lleve a una verdadera conversión.
Amén.